En Campo, no se si opináis igual que yo, resulta que conoces a una persona de toda la vida y, cuando te paras a pensar, te das cuenta de que tampoco es que sepas mucho con ella... Muchos ¿qué tal estás? ¿cómo vas? pero sin llegar más lejos. Sin embargo, a pesar de eso, sabemos cuándo cuentas con la amistad de alguien.
Con José María tuvimos más convivencia que palabras. Cuando éramos unos críos mis hermanos y yo, en invierno, mi madre nos vestía y nos mandaba a la era de Aventín, que teníamos al lado de casa, a tomar el sol. Allí estaban los cuatro hermanos y el Sr. Pedro, su padre, cortando leña para la cocina de su casa, o aserrando algún tronco (la hermana estaba en casa con su madre), mientras estaban pendientes de nosotros, los peques: vigilaban por dónde nos movíamos, qué tocábamos, y nos preguntaban cosas, o nos las contaban ellos, vamos, "compitiendo" con nosotros, que se decía entonces. Cuando tardábamos en bajar, nos llamaban.
Después, cuando fuimos mayores, hasta aprendimos a conducir juntos José María y yo, en un coche que había importado uno de sus hermanos y que ¡tenía el cambio de marchas automático! Pero eso no nos parecía obstáculo y cada día, después de comer, nos esperaba el "paciente profesor" en Cabovila y entonces, o José Mari o yo nos poníamos al volante y conducíamos hasta pasado el Moliné, y volvíamos a la plaza de la iglesia y, después, hacía lo mismo el otro alumno... En aquellas clases solo se oían las voces, bueno, los gritos, del dueño del coche diciéndonos "!Más al medio! ¡Más al medio! ¡Que no te arrimes tanto a la cuneta! ¡Mos matarás!".
Siento no haber hablado más con José María, para haber recordado juntos aquellos tiempos. Menos mal que, por las cosas misteriosas que acontecen en la vida, la semana pasada recibí una llamada suya:
"Tere" - me dijo.
"Perdone, se ha equivocado" - contesté yo.
"¿Eres Finín?" - preguntó
Y con la conversación que tuvimos a continuación, tuvimos la oportunidad de despedirnos, aunque no lo sabíamos. Se que he perdido a un amigo de verdad, aunque nunca nos hicimos confidencias. Y lo encontraré a faltar.
Casualmente, José María ha fallecido el día de mi cumpleaños. Otra razón para no olvidarme.