Un día para estar ALERTA

El "number one" era, no sé si se hace todavía, decirle a un niño /a que en la Plaza había un hombre que tenía tantas narices como días tenía el año. Escuchar esto y que la criatura se imaginara a un ser monstruoso con cientos de narices sobre su cara, era todo uno. A un recuerdo a uno de mis hermanos atemorizado sin querer salir de casa, mientras un vecino le insistía "corre, ves a verlo, ya verás como te digo la verdad"...
Otro clásico, muy difícil de llevarlo a la práctica con destreza y disimulo, era colgarle a alguien un monigote en la espalda sin que se enterara. Más que monigotes, eran una simples tiras ya fuera de papel o de tela. Nada daba más risa que ver a una persona seria y bien puesta, pasear con el colgante al dorso.
Aparte de las bromas más conocidas, hay que reconocer que había bastante inventiva entre los vecinos. Se iba a una casa para avisar que se les habían escapado las gallinas, y que estaban corriendo por la calle; otros daban la noticia de que con el coche de línea había llegado algún personaje importante, etc.
Y áunque se hubiera conseguido sobrevivir toda la jornada sin mayores sobresaltos, no había que relajarse, y se debía permanecer bien atento hasta el final, porque mentes retorcidas igual habían tramado coserte las mangas del pijama o el camisón, hacerte la cama de petaca (no podías meterte) o echarte sal entre las sábanas.
Víctima o verdugo, al final te dormías sonriendo, tramando la inocentada que el próximo año les ibas a gastar a familiares y vecinos.
Otro clásico, muy difícil de llevarlo a la práctica con destreza y disimulo, era colgarle a alguien un monigote en la espalda sin que se enterara. Más que monigotes, eran una simples tiras ya fuera de papel o de tela. Nada daba más risa que ver a una persona seria y bien puesta, pasear con el colgante al dorso.
Aparte de las bromas más conocidas, hay que reconocer que había bastante inventiva entre los vecinos. Se iba a una casa para avisar que se les habían escapado las gallinas, y que estaban corriendo por la calle; otros daban la noticia de que con el coche de línea había llegado algún personaje importante, etc.

Víctima o verdugo, al final te dormías sonriendo, tramando la inocentada que el próximo año les ibas a gastar a familiares y vecinos.